Reducir, reutilizar, reciclar: ¿qué es una economía circular para el plástico?
La contaminación por plásticos es uno de los problemas medioambientales más acuciantes del mundo, ya que el plástico desechable contamina los océanos. La transición hacia una economía circular ayudará a que ese valioso plástico salga del océano y vuelva a circular.
Los plásticos de un solo uso, como los envases de plástico para bebidas, las bolsas y los cubiertos, pueden tener solo un ciclo de vida de horas o incluso minutos, pero es probable que su impacto en el medio ambiente permanezca durante cientos de años.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, producimos 300 millones de toneladas de plástico al año. Se ha encontrado plástico en todas partes de la tierra, desde el Ártico hasta la Antártida. Se ha descubierto que se acumula en el Monte Everest y en los océanos más remotos del mundo, dando lugar a un nuevo ecosistema marino, la «Plastisfera» (término utilizado para referirse a los ecosistemas que han evolucionado para vivir en entornos de plástico).
Crear una economía circular puede ayudar a reducir el impacto de los plásticos en el planeta. La economía circular es restauradora y regenerativa por naturaleza, lo que crea un sistema de circuito cerrado en el que la creación de material se utiliza en varios ciclos para la misma aplicación o una aplicación similar. En una economía circular, los plásticos se reutilizarían y reaprovecharían una y otra vez para prolongar su vida útil y evitar que acaben en vertederos y océanos. Esto, a su vez, ayudaría a reducir la creación de material virgen.
La disminución de los plásticos y su reutilización con la mayor calidad posible son factores decisivos para la creación de una economía circular. Por tanto, ambos se ven afectados por el requisito de garantizar la recogida y el reciclado del material.
En la actualidad, cada año se generan más de dos mil millones de toneladas de residuos sólidos urbanos en todo el mundo, pero solo el 16 % de estos se reciclan. Casi la mitad se elimina de forma insostenible, lo que significa que se puede reutilizar menos material y hay que crear más. Como resultado, el impacto en nuestro planeta está alcanzando niveles críticos.
La Fundación Ellen MacArthur, que promueve activamente la idea de una economía plástica circular, subraya que más de 40 años después del lanzamiento del primer símbolo de reciclaje universal, solo el 14 % de los embalajes de plástico utilizados en el mundo se reciclan y solo el 2 % permanece en una economía circular para los plásticos.
Esto significa que se pierde el 98 % del plástico. Alrededor del 40 % acaba en vertederos y el 32 % en ecosistemas, mientras que el 14 % restante se destina a incineración o valorización energética.
Una economía circular de los plásticos alejaría a la gente de la mentalidad de «coger, fabricar y tirar» y la orientaría hacia el aumento del reciclaje, el fomento de la reutilización mediante la creación de un mercado para los productos reciclados y el rediseño de los productos teniendo en cuenta el final de su vida útil. Los plásticos no son malos de por sí, lo malo es la mentalidad de un solo uso ligada a ellos.
Los estudios indican que, para 2040, la economía circular tiene el potencial de reducir en un 80 % el volumen anual de plásticos que entran en nuestros océanos y en un 25 % las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Plásticos en la práctica
El plástico es uno de los productos más utilizados del mundo y aporta una amplia gama de ventajas a los productores y fabricantes. Su duración, flexibilidad, ligereza y bajo coste de producción hacen que sea el material más utilizado para los embalajes de consumo.
Es importante tener en cuenta los beneficios que nos aporta el plástico para poder cambiar la narrativa que lo presenta como el malo de la película. Lo que ocurre es que, sencillamente, no recogemos ni reciclamos la cantidad suficiente de plástico para mantener un modelo global de circuito cerrado, lo que significa que no reutilizamos lo suficiente para la creación de nuevos productos y embalajes. Tenemos que empezar a ver y tratar el plástico como un recurso valioso.
En la actualidad, los fabricantes de embalajes de plástico tienen pocos o ningún incentivo para tener en cuenta el reciclaje o la reutilización a la hora de diseñar sus productos, pero el fin de la vida útil debe estar presente en todos los procesos de desarrollo de productos si queremos proteger la Tierra para que la disfruten las generaciones futuras.
Según la Fundación Ellen MacArthur, si queremos crear una economía circular para el plástico, debemos:
- Eliminar todos los artículos de plástico problemáticos e innecesarios
- Innovar para garantizar que los plásticos que necesitamos sean reutilizables, reciclables o compostables
- Poner en circulación todos los artículos de plástico que utilizamos para mantenerlos dentro de la economía y fuera del medio ambiente
Pasos hacia el éxito
Mientras los plásticos siguen ahogando nuestro entorno, se están logrando avances. Más de 1000 organizaciones, entre las que se incluyen empresas y organismos gubernamentales, se han unido para respaldar la creación de una economía circular para las materias plásticas, estableciendo objetivos clave que deben alcanzarse para 2025. Aquí se incluye el objetivo de reciclaje o compostaje del 50 % de los embalajes de plástico y la eliminación gradual de las bolsas y pajitas de plástico de un solo uso.
También se han iniciado negociaciones sobre el Tratado de la ONU para la contaminación por plásticos. Un tratado que tendrá en cuenta el ciclo de vida completo del plástico, como el diseño, la producción o la gestión de residuos.
La tecnología para crear una economía circular del plástico ya existe. Por ejemplo, TOMRA ha desarrollado tecnologías para lograr una economía circular de los plásticos. El sistema de recursos holísticos (HRS, por sus siglas en inglés) de TOMRA utiliza diversas prácticas de gestión de residuos para la recogida, clasificación y reciclaje. Entre ellos se incluyen los sistemas de depósito, devolución y retorno, las recogidas independientes y la clasificación de residuos urbanos indiferenciados. El objetivo del HRS es cerrar el circuito, reducir las emisiones anuales de CO2 y reducir los residuos. Nuestra tecnología basada en sensores incrementa la precisión y optimiza los procesos de reciclaje. Al mismo tiempo, las soluciones más avanzadas de vending inverso y clasificación de residuos permiten recuperar materiales, a la vez que proporcionan información valiosa sobre la composición de los mismos.
El objetivo de TOMRA es que, para 2030, el 40 % de todos los embalajes de plástico posconsumo se recojan para su reciclaje y que el 30 % de todos los embalajes de plástico posconsumo se reciclen en un circuito cerrado.
Sin embargo, a pesar del continuo desarrollo de las tecnologías de clasificación y reciclaje, la creación de una economía plástica circular sigue siendo un objetivo global. Para lograr realmente una economía circular del plástico, hay que seguir centrándose en influir en la política y cambiar la mentalidad de una cultura de usar y tirar por otra dedicada a la reutilización y el reciclaje.