Solo el 2 % de los embalajes de plástico se reciclan en un circuito cerrado. ¿Y qué pasa con el 98 % restante?
Para resolver esta crisis, debemos analizar cómo diseñamos y manipulamos nuestros envases de plástico y cómo pasamos a una economía circular. Debemos ver el plástico al final de su vida útil de manera diferente: no como residuos, sino como un recurso que puede utilizarse para producir plástico nuevo. Este objetivo también debe ser un aspecto primordial en el diseño. Una vez que el embalaje ha cumplido su propósito, ese material debe entrar en un circuito cerrado para garantizar su reutilización para el mismo propósito, en lugar de degradarse a una calidad inferior.
La lucha continua contra los residuos de plástico
En la actualidad, el mundo no está gestionando eficazmente este recurso. Solo el 14 % de los residuos de plástico del mundo se recogen para su reciclaje, lo que significa que la mayoría de nuestros embalajes acaban en vertederos, se incineran o se pierden en el medio ambiente. Según la Fundación Ellen MacArthur, el 32 % de los embalajes de plástico terminan contaminando nuestras tierras y océanos en forma de basura.
Solo el 2 % se mantiene dentro del circuito cerrado. Esto significa que actualmente el 98 % de los embalajes de plástico se pierden fuera de la economía circular, una cantidad realmente asombrosa.
Esto se debe a la tradición de un modelo lineal de «fabricar, tomar y eliminar» en lo que respecta a los embalajes de plástico. Cada año se venden más de 1,4 billones de envases de plástico para bebidas; es decir, un millón de botellas por minuto, y se espera que esta cifra crezca un 20 % para 2021.
La demanda de embalajes de plástico no muestra signos de ralentización, por lo que debemos eliminar el plástico innecesario y cambiar la forma en que se manipula. El hecho de que el 98 % de los embalajes de plástico no permanezcan en el circuito ilustra un sistema de reciclaje ineficaz y una enorme oportunidad. Mantener los plásticos en el circuito cerrado y catalizar la economía circular es una situación beneficiosa para todos, ya que reducimos la dependencia de los recursos vírgenes y abordamos la crisis de la contaminación por plásticos.
Normativas que permiten el circuito cerrado
Los gobiernos y los responsables políticos deben tomar la iniciativa a la hora de promover una economía circular para los plásticos mediante la introducción de nuevas legislaciones y regulaciones.
En Europa, la Directiva sobre plásticos de un solo uso de la UE es la legislación más influyente que se va a aplicar. La directiva tiene como objetivo priorizar los «productos reutilizables y sistemas de reutilización en lugar de utilizar productos de un solo uso, con el objetivo principal de reducir la cantidad de residuos generados», mediante la adopción de un enfoque circular de los embalajes de plástico. Para 2025, la legislación exige que todos los envases de bebidas incorporen un 25 % de plásticos reciclados y un 30 % para 2030.
Un mayor énfasis en las leyes sobre contenido reciclado también nos ayudará a hacer posible una economía circular para los plásticos. Establecer metas ambiciosas sobre contenido reciclado es clave para impulsar la demanda y garantizar una manipulación más sostenible de los materiales. A medida que aumenta la demanda de contenido de reciclado, también lo hace el valor de este producto, lo que garantiza que sea económicamente favorable para el plástico que se va a reciclar y que permanezca en un circuito cerrado.
En California, EE. UU., un nuevo mandato de contenido reciclado exigió que se utilizara un 75 % de plástico reciclado posconsumo en los envases de bebidas a partir de 2030 y Australia está a punto de introducir leyes de obligado cumplimiento en torno a los embalajes, donde el 100 % del material debe ser reutilizable o compostable en un plazo de cinco años.
Mediante la introducción de leyes sobre el contenido reciclado, los gobiernos están haciendo que las empresas cambien proactivamente sus hábitos. Al mismo tiempo, los gobiernos deben introducir planes orientados al consumidor para promover la manipulación eficiente de los envases de plástico, ya que no podremos alcanzar los objetivos de contenido reciclado si el plástico no se recoge de los consumidores.
Los sistemas de depósito, devolución y retorno (SDDR) se centran en el reciclaje de envases de bebidas añadiendo un pequeño depósito al precio del envase (por ejemplo, 0,25 €). Este depósito se reembolsa al consumidor cuando devuelve el envase a una máquina de vending inverso o a uno de los muchos puntos de recogida locales para su reciclaje. Al añadir una pequeña tasa al envase, se da un valor añadido al material y se anima al consumidor a reciclar el envase, en lugar de tirarlo a la basura. La aplicación de SDDR puede aumentar significativamente las tasas de recogida y, al mantener la pureza y la calidad a través de la recogida independiente de los envases, conservar el plástico como un recurso de alto valor dentro de una economía circular.
Un compromiso colaborativo para cerrar el círculo del plástico
Empresas de renombre ya se están adhiriendo a iniciativas para contribuir a que la economía circular sea más colaborativa. El Pacto Europeo de los Plásticos, coalición público-privada, tiene como objetivo crear una economía circular para los plásticos en Europa.
La Alliance to End Plastic Waste (Alianza para poner fin a los residuos de plástico), a la que TOMRA se sumó en 2019, aúna el trabajo de más de 40 empresas y un millón de empleados, y una inversión de 1500 millones de dólares estadounidenses durante cinco años para ayudar a la economía circular. Tanto la Declaración de la Alianza Circular sobre los Plásticos como el Compromiso Global por la Nueva Economía del Plástico también están haciendo que la economía circular sea más colaborativa.
Cómo se encarga TOMRA del 98 % restante
TOMRA lleva más de 50 años haciendo posible un modelo de reciclaje de circuito cerrado gracias a su tecnología y experiencia, y está plenamente comprometida a ayudar a crear nuevas formas de mejorar la recogida y el reciclaje del plástico.
Nuestra tecnología de vending inverso ayuda a mantener los SDDR y desempeña un papel fundamental a la hora de permitir a los consumidores reciclar eficazmente los envases de bebidas, mientras que nuestras soluciones de clasificación de reciclado pueden clasificar todo tipo de plásticos por material y color para mantener la calidad del producto.
Ahora es el momento de que las empresas, los gobiernos y otras organizaciones sean audaces con sus objetivos y ambiciones para salvaguardar el futuro del planeta. Este es el motivo por el que TOMRA se ha comprometido a recoger el 40 % de los embalajes de plástico producidos en todo el mundo cada año para su reciclaje de aquí a 2030, tal y como se anunció en el congreso Our Ocean en octubre de 2019. Estimamos que nuestras soluciones permitirán la clasificación de más de ocho millones de toneladas de plásticos al año a partir de flujos de residuos a escala global, lo que garantizará que este recurso se gestione para su reutilización y conservación dentro de una economía circular del plástico.
TOMRA también ha intensificado su compromiso con la cooperación intersectorial para crear una división de Economía Circular en 2019. Esta nueva división se centra específicamente en el objetivo de capacitar a personas y empresas para que se transformen hacia una economía circular y cierren el circuito del plástico.
Es posible lograr una economía circular del plástico y debemos ser optimistas de cara al futuro. Sin embargo, para que el plástico se conserve en un circuito cerrado a una escala mucho mayor, requiere un enfoque colaborativo de la industria, el gobierno, los responsables políticos y los consumidores, y todas las partes implicadas desempeñan un papel importante en la revolución de los recursos.